Recuerdo una tarde de finales del último verano y una fiesta que se hizo en la piscina para los niños, con refrescos, patatas, chucherías varias, juegos diversos y para rematarla, una cucaña.
Los niños se afanaban por romper la olla y cuando por fin lo hicieron,se lanzaron como fieras a por los regalos. Parecía una jauría de lobos luchando por su ración de comida.
Cuando por fin se despejó el batiburrillo de niños, miré, y sorprendida pude observar que todos los caramelos que cayeron estaban en el mismo sitio y lo único que se habían llevado los críos eran las pequeños sorpresas que vienen dentro de la cucaña.
Me quedé de piedra, y sin dudarlo fui yo la que se lanzó a por ellos, los recogí,y el primer día de clase , mis alumnos se los comieron encantados. No dejo de pensar que algunos de esos niños se habrían dejado el día anterior en el suelo los mismos caramelos que ahora se comían.
domingo, abril 05, 2009
jueves, febrero 26, 2009
EL JUSTIFICANTE
Hoy me ha venido a la mente una anécdota que me pasó y que es para partirse de risa pues no te esperas que esas cosas realmente te puedan suceder.
Tenía un niño muy majete que era gitano, un chaval estupendo, pero faltaba a veces porque sus padres se iban a la vendimia, a la aceituna, a las distinas ferias que hay.
La norma del colegio es que cada vez que falta un niño los padres tienen que justificar esa falta.
Pues bien cuando se lo dije al niño me contestó que se lo diría a sus padres.
Al día siguiente y a primera hora estaba la madre en la puerta esperándome y me dijo que su hijo le había dicho lo del justificante pero que donde habían estado trabajando no había de esas cosas, que lo único que había era esto que traía en una bolsa de plástico que me dio.
¿Qué creéis que había en la bolsa? ¡Dos botellas de vino!
Se fue tan contenta y feliz y allí me quedé yo con la bolsa en la mano y con cara de incredulidad.
Tenía un niño muy majete que era gitano, un chaval estupendo, pero faltaba a veces porque sus padres se iban a la vendimia, a la aceituna, a las distinas ferias que hay.
La norma del colegio es que cada vez que falta un niño los padres tienen que justificar esa falta.
Pues bien cuando se lo dije al niño me contestó que se lo diría a sus padres.
Al día siguiente y a primera hora estaba la madre en la puerta esperándome y me dijo que su hijo le había dicho lo del justificante pero que donde habían estado trabajando no había de esas cosas, que lo único que había era esto que traía en una bolsa de plástico que me dio.
¿Qué creéis que había en la bolsa? ¡Dos botellas de vino!
Se fue tan contenta y feliz y allí me quedé yo con la bolsa en la mano y con cara de incredulidad.
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